Juany Villaplana Merino es técnico en atención sociosanitaria y le gusta su trabajo. Sabe que atender a las personas mayores en situación de dependencia, bien en el ámbito domiciliario o institucional, como es su caso, a fin de mantener y mejorar su calidad de vida es una tarea importante y muy necesaria que ella viene realizando desde hace dos décadas, los últimos 17 años en la residencia para personas mayores Hogar Santa Elena de Barasoain. Tanto le gusta y cree en su profesión que ella da un paso más y no duda en presentarse al certamen literario Tomás Belzunegui que, organizado por la Sociedad Navarra de Geriatría y Gerontología, está destinado a la promoción de la imagen positiva de las personas mayores en la sociedad, su mejor conocimiento y su atención. Y es que Juany tiene una pulsión secreta: la de escribir, pulsión que de vez en cuando comparte con los demás. Y cuando lo hace, como en estos premios y otros certámenes literarios a los que se ha presentado, sorprendida, sus relatos gustan y ganan premios.
“Mi madre siempre dice que aprendí a escribir antes que a hablar. Y así debió ser pues yo siempre me recuerdo emborronando hojas de papel y leyendo. Para cuando fui a la escuela ya sabía leer y escribir. Y lo he hecho siempre de manera natural como quien respira. Quiero decir con esto que para mí la escritura no es un proceso intelectual que me exija un planteamiento previo y tener que llegar a un resultado final, sino que es mi manera de expresarme. Mi yo interno sale en forma de palabras, que a su vez forman frases y estas un relato. Es así de simple, algo que no puedo evitar y escribo”, acierta a explicar Juany Villaplana.
Escribidora
Desde niña, sus hermanos y hermanas, sus padres y su círculo más cercano han conocido de esta facilidad para la palabra escrita y ella ha desarrollado este oficio de escribidora oficial; no había celebración familiar, despedida, fiesta, homenaje o cualquier acontecimiento que requiriera de un mínimo de liturgia al que Juany no le pusiera palabras. Era la encargada de expresar con palabras el porqué y el sentimiento del acto. “Me dicen qué quieren contar y mi imaginación hace el resto porque no me cuesta nada expresarme con palabras”, vuelve a insistir quitándole importancia. “Hasta cartas de amor he redactado. Cómo no atender las peticiones de la cuadrilla de amigas adolescentes y elaborar cartas y algún que otro poema con un sentimiento tan universal como el amor y sus desvelos. Si algunos de sus destinatarios supieran el origen de esta correspondencia…, mejor que no se sepa. Me lo pasaba en grande”, se ríe al recordarlo nuestra Cyrano de Bergerac tafallesa.
Texto: Agurtzane Berrio
Ber texto completo en la revista La Voz de la Merindad de 15 de diciembre de 2017