Leire Olkotz ha pintado algunos de los rincones más emblemáticos de su ciudad, la misma en la que expone algunos de sus poemas en los balcones
Leire Olkotz tiene siempre la mirada puesta en el arte, en sus diferentes formas e interpretaciones, con un ojo en la pintura y el otro en la poesía. Así creó una amalgama de acciones que ahora embellecen Tafalla, su ciudad, la misma que ahora hace las veces de exposición y muestra algunas de sus obras sobre las paredes urbanas.
Graduada en Bellas Artes, esta tafallesa de 37 años ha decorado algunos de los puntos más representativos del municipio. Tres murales, repartidos por las calles de la ciudad, se alzan como representaciones que acicalan la localidad y, al mismo tiempo, evocan un tiempo pasado. “Hace un año el Ayuntamiento sacó a concurso el proyecto para decorar murales en Tafalla. Yo me presenté junto a Ivana Gutiérrez (actual compañera de trabajo en su estudio de tatuajes y fotografía) y, finalmente, nos adjudicaron tres de ellos”, precisa.
‘LAS LAVANDERAS’
Así nació la pintura que engalana el final de la calle Martínez de Espronceda. Entre la Asociación de Belenistas y la plaza de toros, cuatro mujeres se alzan con cubos, tablas y cestos de mimbre, emulando la época en la que las mujeres lavaban la ropa a mano, refregando las telas entre agua y jabón.
“Esta vía era antes la antigua calle de las lavanderas y cuando nos dieron ese mural investigamos para ver qué podíamos pintar, porque la idea que teníamos era que la temática de la obra estuviera relacionada con Tafalla y su historia”, comenta.
Se trata de un trabajo que aúna fotografía y pintura, una representación creada a partir de una instantánea en la que se retrató a cuatro mujeres. “Reprodujimos en lienzo la foto incluyendo solo a tres de ellas para que después yo pintara a la cuarta lavandera -la de la izquierda- en el espacio que continúa”, resuelve.
“La idea estaba clara, quería hacer un homenaje a las mujeres y a mi ciudad, que su trabajo fuese un acto de celebración para los vecinos”, relata. “Quisimos que, a través de las propias lavanderas, se visibilizara a la mujer, dándole la importancia que creemos que tiene”, sostiene.
“COLGADA POÉTICA”
La calle Mayor de Tafalla cambia de nombre cuando Leire se refiere a ella y pasa a ser la calle de la Poesía. La vía principal del casco antiguo se convierte durante los días de fiestas de julio en un lugar de exposición visual y poética en el que los balcones son el mejor muestrario de la unión entre escritura y pintura.
“Escribo poesía breve y, desde hace cuatro años, cuelgo los poemas en los balcones;ahora cuelgo de un punto a otro de esta calle creando un recorrido y, además, también hago pegatinas con los versos que se ven en los edificios”, aprecia. “Yo lo llamo colgada poética”, ríe.
Sus capacidades le indujeron por caminos que nunca creyó para ella, ámbitos que se entrelazaban con la ilustración, el diseño y la profesión. Y así llegó al mundo del tatuaje, la ocupación que compagina con sus acciones artísticas. “Nunca pensé en dedicarme al diseño y la ejecución de tatuajes, sin embargo, ahora me encanta hacerlo”, confiesa.
ARTE EN CAPARROSO
Leire Olkotz cree en la enseñanza no reglada, la que no se ciñe a un plan estricto y se acompaña de experiencias para sus alumnos. Lo demuestra en sus talleres participativos, que beben de la costumbre de sus participantes y de la destreza plástica propia.
Uno de los proyectos que lidera es un taller de pintura para mujeres en Caparroso. “Es una de las iniciativas más bonitas que he realizado porque lo disfrutamos tanto ellas como yo. Este verano conseguimos crear un espacio artístico en el pueblo al pintar uno de sus edificios”, confiesa.
La pintura de las vecinas de Caparroso, lideradas por Leire, recreó la fachada de uno de los edificios más queridos en la localidad, el que en antaño daba la bienvenida a las personas que entraban al pueblo desde el puente viejo, que se derribó en los años 80. “Lo pintamos sobre la delantera de otra edificación diferente;lo que hicimos fue reinterpretarlo a partir de fotografías antiguas para dibujarlo en el inmueble que ahora da la bienvenida al pueblo como lo hacía el que se demolió”, esgrime.
“Los vecinos más mayores, que son quienes lo conocieron antes del derribo, estaban encantados con la idea”, recalca.
Edurne Pujol, Diario de Noticias