
Daniel Espinal “Magaña”. Fotografía: Daniel Andión
El pasado 22 de junio, a sus 92 solsticios, se apagó la mirada azul de Daniel Espinal Zaratiegui, “Magaña”.
Había nacido en la calle Túbal nº7, en la misma casa remozada en donde pasó toda su vida. Fue el único de los ocho hermanos y hermanas que nació allí. Su infancia transcurrió entre el atrio de Santa María, las canicas, el fútbol, los Escolapios, la fuente Rekarte, Makotxa y el pocico de la soga
En 1934 hizo sus pinitos como dantzari en un festival en la plaza de Toros “aunque me enseñaron poco tiempo porque estaba en mienza”, contaba con gracia, y a los 11 años ingresó en el colegio Torre Valls de los hermanos gabrielistas, en Caldetas (Cataluña), donde ya estaban dos hermanos y algunos otros tafalleses. Al estallar la guerra, la Cruz Roja internacional trasladó a sus domicilios a los menores de 15 años, entre ellos, Daniel. Después, se dedicó al cultivo de la tierra, como su padre José.
En 1947 se unió en matrimonio con Ángeles Armendáriz en la iglesia de San Pedro y el convite fue en la taberna “Magaña”, abierta por la familia en la esquina con la calle Primicia, en los bajos de su casa. Luego llegaron sus tres hijas, Berta, María Jesús y Marisol y con ellas nietos, nietas y biznietos, el gran tesoro que fue forjando a su vera.
“Yo he sido labrador de media reja”, me decía hace unos años, cuando todavía seguía trabajando la huerta que llevó con primor hasta los 80 años. Y hasta los 74 lo recordamos llegando al barrio con la moto rebosante de verduras y hortalizas frescas para que Ángeles las vendiera en la puerta de la casa.
Daniel fue un hombre generoso, amable, respetuoso, creyente, fiel devoto de la Virgen de Ujué, integrante de la Hermandad de los Doce desde 1941, de la Adoración Nocturna y secretario de los Auroros durante muchos años; una persona buena, de instinto natural, pegada a la tierra, alegre y sobre todo orgulloso de los suyos. Fue asiduo durante unos años a la fiesta de la Peña en el patio Iribas y cuando ya le fallaba la salud, agradecía desde el balcón las mañanitas que se le cantaban a pie de calle, premiadas después con roscos y mistela por Ángeles y sus hijas. “Yo era cantorico desde pequeño, primero en Santa María con Don Mariano y luego con Don Patricio. Hacía el dúo porque tenía poca voz y algunas veces hacía de contralto”, decía bonachón. Canciones no le faltaron en la despedida, ni la túnica de romero, ni el cariño de sus paisanos y paisanas.
Ahora, en tiempos de cosecha, su familia recoge ya las mieses de toda la ternura que sembró a su alrededor.
Mari Jose Ruiz
Vecina de la Peña / Hirigoien
Hola Gregoricos!
Soy Raúl Zaratiegui. Vivo en Bariloche, Patagonia, Argentina.
Que pena enterarme de esta noticia, aunque tambien me llena de amor y alegría saber que tuve la oportunidad de conocerlo.
Pasé unos días maravillosos en Tafalla en Setiembre de 2009.
La familia, las hijas de Daniel, Berta, María Jesus y Marisol y sus compañeros de vida me esperaron un día en sus tres casas tan hermosas y abiertas a la armonía familiar. Paseamos por el huerto y fueron unas jornadas geniales.
Plagada de recuerdos y enseñanzas, las palabras de Daniel y el especial paseo que dimos juntos entre las hortalizas que seguirán dando sus semillas, quedaran en mi memoria y el corazón para siempre.
Gracias a la vida pude volver a Argentina y contar a mi padre toda la hermosura de familia que tenía en España y que nunca pudo conocer mas que por cartas postales. Papá partió el 20 de Diciembre de 2014 en su vivienda de El Maitén, Patagonia, Argentina, rodeado de su familia, feliz y comprendiendo que el cuerpo es finito, pero el espíritu es infinito, agradeciendo su paso por este mundo.
Agradezco enormemente a La voz de la merindad. Descubro con sorpresa el dato del fotógrafo Daniel Andión, a quién me tocó también conocer aquellos días, él es sobrino (creo) de Amparo Andión con quién se casara por primera vez mi abuelo Florentino Zaratiegui.
Gracias Gregoricos por aquellas atenciones!
Gracias Daniel por tu cariño.
Un gran abrazo a sus hijas y toda su familia.
Gracias especiales también a Javier Aleluya Marco Baigorri, a Marino Zaratiegui, a Arantxa Marco, a Jesus Mari, a Bea y Maritchu Zaratiegui, a las hermanas Flamarique, a Jesus Zaratiegui, por esperarme y brindarme todas sus ayudas y alegrías en mi estadía por España.
Hola!
Le haremos llegar a la familia tu comentario.
Gracias por participar e interesarte por las noticias que, imaginamos, te acercarán a los tuyos.
La Voz de la Merindad