Nueva normalidad. Normalidad nueva. Suena fatal de todas maneras. A grupo punk malufo, secta o novela distópica. Prefiero seguir escuchando la sinfonía de estas últimas semanas, la cuarentena en Tafalla ya tiene identidad sonora propia.
“Abajo, abajo, estirando bien la espalda. Ahora nos vamos a agarrar a la barandilla o a algo que nos dé estabilidad. Venga, que os veo”. Rosa Aurora Zubieta da clases de gimnasia en el balcón por las mañanas. Su voz resuena en el mismo escenario en el que a las ocho se oyen el txistu de Ion Artuzamonoa y los vítores de su público, que a estas alturas ya es una legión de fans. La rotonda de la Calle Beire se ha convertido en un auditorio de emergencia, al igual que el Paseo Ereta, donde la familia del director de la Banda Municipal, Óscar de Esteban, sale cada día a tocar al mirador.
Los parques están silenciados, cubiertos de cintas de policía que les dan aspecto de ruinas tristes, así que los peques se llevan el juego de paseo. Saludan desde la calle a familiares y exhiben su libertad condicional. Un enano de unos tres años canturrea algo. La madre pega un grito y corta en seco la melodía. Lo persigue con toallitas porque ha tocado un banco y le rapea todas las normas de higiene mientras le limpia las manitas con frenesí. Mi vecina también se ha llevado un rapapolvo sobre prevención. Lo sé porque su hija le ha soltado la letanía por teléfono. Otro de los sones de la pandemia es escuchar las conversaciones de los demás si te asomas al patio de vecinos. Sálvame de baratillo. No es que yo sea maruja, es que el volumen de sus llamadas es tremendo.
Casi tan grande como el estruendo del pino de al lado de mi casa. Vencejos, golondrinas, gorriones y demás plumíferos se montan allí unos vermús escandalosos que enfadan a más de un perro. A un par de calles de esos trinos se escuchan exitazos clásicos en un altavoz inclemente. Alguien pincha Vivaldi y Verdi a todo trapo. No veo el momento de que ponga la mítica Marcha Radetzky, a ver si entre eso y las palmas del vecindario el año nuevo (y normal) se da prisa por llegar•