
Miguel Ozcáriz, presidente de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Ternera de Navarra/Nafarroako Aratxea
Miguel Ozcáriz es ganadero y agricultor, oficios no hace tanto tiempo mayoritarios en una tierra predominantemente rural y que hoy representan no más del 6% de la población activa. En Tafalla son 40 nada más las personas agricultoras a título principal, entre ellas Miguel que además es ganadero, una rara avis, como él mismo reconoce. Lo tiene asumido pues es la forma de vida que ha conocido desde casa con su abuelo Miguel Ozcáriz, su padre José Mari Ozcáriz y su tío Antonio Gastón en el ya desaparecido corral familiar junto a los pinos de Santa Lucía, a la que se ha dedicado profesionalmente y a la que tiene especial apego, sobre todo a estos animales de raza vacuna pirenaica que han dado lugar a la denominación protegida de Ternera de Navarra y Euskal Okela. “Tienes que ser un enfermo del tema. Para mí son como una droga, estoy hecho a ellos, me gustan, disfruto y he organizado mi vida así, siete días a la semana a tiempo completo como se cría y se disfruta de los hijos”, afirma rotundo. Y en esta ocupación que le llena días y noches, se cruzó hace tres años la presidencia de la IGP Ternera de Navarra y cambió por unos cuantos días al mes, más de los que él quisiera, terneras y forrajes por despacho y papeleo, “pero con la misma pasión que con mi trabajo de ganadero, pues esta es una profesión que, en su apuesta por la calidad, mira al futuro”, puntualiza.
Este año las terneras que él cría en el cebadero de la carretera Estella, en término de Margalla, de los 4 a los 13 meses no han bajado todavía de los pastos de la Montaña -espera tener a sus 90 terneras para después del Pilar-, y mientras aguarda la nueva remesa se multiplica en reuniones, encuentros, trámites y gestiones.
Texto: Agurtzane Berrio / Fotos: Mikel Berrio
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