Organizado por la Mancomunidad de Deportes de la Zona Media, en estos días se está desarrollando un curso de iniciación a la marcha nórdica, la técnica derivada del esquí de fondo que combina caminar con la ayuda de bastones con diferentes ejercicios de fortalecimiento y estiramiento, en un completo ejercicio cardiovascular que además de estimular el corazón activa el 90% de la musculatura del cuerpo. El nombre como tal apareció por primera vez en 1997 y desde entonces no ha dejado de ganar adeptos, también en la Merindad, con el instructor de esta disciplina, el tafallés Gorka Esquíroz, que tras el éxito de los cursos ya impartidos en Barasoain, Carcastillo y Artajona, le ha llegado el turno a Tafalla.
¿De dónde viene esto de la marcha nórdica?
Sus orígenes están en los años 30 cuando la mayoría de los esquiadores de fondo empezaron a incluir en sus entrenamientos de verano y otoño lo que denominaron caminata con bastones con el fin de mejorar su condición física y poder en invierno comenzar los entrenamientos con la intensidad adecuada. Pero no fue hasta el año 1997 cuando tras adaptar los bastones de esquí y desarrollar un sistema de sujeción de estos a la mano, se desarrolló la nueva técnica de marcha y se le puso el nombre con el que hoy se le conoce en todo el mundo.
¿Por qué marcha nórdica?
Esta parte de que un ejercicio natural como es el caminar es mucho más efectivo como manera de entrenamiento si este se hace con bastones. ¿Y esto por qué? Porque este movimiento diagonal de los brazos con los bastones exige la intervención de cerca de 600 músculos (el 90% de la musculatura del cuerpo) y el consumo, por tanto, de una enorme cantidad de energía. El movimiento realizado de esta manera ayuda a relajar las tensiones de la zona de hombros y nuca, a la vez que la fortalece, y activa la musculatura respiratoria con el consiguiente aumento de suministro de oxígeno a todo el organismo. De igual manera con este ejercicio se reducen los impactos adicionales sobre el aparato locomotor que sí se producen por ejemplo al correr, cuando las piernas soportan entre 4 y 5 veces el peso del cuerpo. Por último, economiza el trabajo el corazón y fortalece el sistema inmunitario. Y por si todo esto fuera poco, un paseo dado así, al aire libre, por lugares que nos gusten, en compañía o en solitario, estimula la eliminación de las hormonas del estrés. En definitiva, nos ayuda a sentirnos mejor y a equilibrar cuerpo y mente.
Textos Agurtzane Berro / Fotos: Mikel Berrio
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