CUANDO LA AFICIÓN TE PICA
La experiencia de dos apicultores tafalleses y su relación con las abejas
Las próximas ferias estarán centradas en la artesanía gastronómica, con puestos de comerciantes que elaboran sus productos de forma artesana y natural, y con exhibiciones relacionadas con la producción doméstica. En Tafalla tenemos un buen número de personas que producen artesanalmente todo tipo de elementos, y la mayoría sin fi nes comerciales: desde los pimientos asados que inundan las calles con su inconfundible aroma, pasando por el tomate que se embota en verano para el resto del año, el atún en aceite que todavía se elabora en muchas casas, o la sabrosa miel que se extrae cuando empieza a despuntar el otoño. Entre quienes obtienen cada año este último producto se encuentran Xabier Barace y Juan Cabrera, dos apicultores tafalleses que llevan varias campañas dedicando buena parte de su tiempo libre al cuidado de los enjambres. La obtención de la miel, reconocen, es el último paso de un proceso mucho más amplio que incluye el cuidado y el seguimiento de unos animales que no dejan de sorprenderles y de los que no dejan de aprender: las abejas. Xabi Barace empezó en el mundo de la apicultura hace cinco años, incentivado por su amigo que ya tenía algunas colmenas: Gustavo Beorlegui. Cuando Gustavo se marchó de Tafalla, Xabi comenzó a interesarse por la afi ción, primero con un enjambre, hasta llegar a los quince en la actualidad. Reforzó su conocimiento en diversos cursos impartidos en APIDENA, la asociación de apicultores de Navarra, en los que pudo aprender detalles más técnicos del cuidado de las abejas. Por su parte, Juan Cabrera empezó a interesarse en la apicultura hace unos tres años ayudando a Xabi.
“El cuidado de varias colmenas da mucho trabajo, aunque parezca mentira, y por eso es necesaria la ayuda en muchas ocasiones” asume Barace. Además, las afi ciones, cuando son compartidas, resultan mucho más amenas. Juan nos dice orgulloso que él es el “jefe del humo”, pues se encarga de expulsarlo sobre las abejas para tranquilizarlas y poder trabajar más fácilmente con ellas. “El humo hace que las abejas crean que hay un incendio en el exterior, y empiecen a consumir grandes cantidades de miel por si tuvieran que abandonar la colmena. Así, se quedan más paradas y relajadas para poder trabajar con los panales evitando riesgos”, nos explica Juan.
Puedes leer el artículo completo en la revista del 15 de octubre de 2019 de La Voz de la Merindad