Poteo en cuadrilla o cuadrilla para potear. La cuadrilla de amigos tafalleses los hermanos Mari y Alberto Armendáriz Marijuano, Enrique Baztán Cucarra, Marino González, Vicente Furtado, Gregorio Ojer, Roberto Barcelona, Antonio Ozcáriz Chollo y Paco Cuadrado, más conocidos catalanes y algún que otro de Lerín que se les han sumado en este fin de semana de ferias de octubre, no saben bien qué es lo primero si una cuadrilla para echar potes o practicando esta costumbre tan arraigada en esta tierra te encuentras con una buena cuadrilla de amigos. Sea de una manera u otra, ellos llevan cumpliendo con este ritual diario desde sus años de mocedad, cuando empezaron a alternar, y siguen ahora que ya están jubilados “mientras el cuerpo aguante”, puntualizan, porque las ganas las tienen intactas.
Txikiteros
No necesitan de ningún día del txikitero como celebran en el casco viejo de Bilbao, ni de ninguna ofrenda a la virgen de Begoña ni ninguna otra del mosto que luego se convertirá en vino. Ellos practican esta costumbre diaria por los bares del casco viejo de la localidad con vino Viña Nava de cepas tafallesas en un ritual que más que de beber, tiene mucho de manera de relacionarse, de mantener vínculos, de antídoto contra la soledad y la tristeza, de divertirse con cháchara intrascendente unas veces, de discutir y de arreglar el mundo otras, de cantar cuando la ocasión lo requiere, de toda una manera de entender el ocio y las relaciones sociales a la que hoy por hoy las generaciones más jóvenes no han enganchado. “No salimos por beber vino, que nos gusta y mucho ¿eh?, indican, sino por relacionarnos y mantener los lazos de amistad y crear otros. Eso sí, si en lugar de tomar vino, nos dieran agua, igual no salíamos por ahí”, dicen entre risas, porque se saben una especie, la de los txikiteros, en peligro de extinción.
Texto: Agurtzane Berrio / Fotos: Mikel Berrio
Ver texto íntegro en la revista La Voz de la Merindad del 1 de noviembre de 2017