A lo largo de una vida, la chispa que hace prender un amor o una amistad puede adoptar formas variadas. A veces basta, dicen, con estar receptivos a que esto ocurra y no dejar pasar la ocasión. En el caso de Julio Lizarazu y Javier Ozcáriz la amistad que los une se cimentó con una guitarra, cuando hace 18 años se conocieron en las misas de la catequesis de sus respectivos hijos formando parte del grupo de guitarras que acompañaban, y acompañan, el oficio religioso. Lo que no podían prever ninguno de los dos es que aquella amistad diera un paso más solo alcanzable para unos cuantos elegidos: reinventar su afecto construyendo sus propias guitarras y rubricarlo con un flamante sello de calidad Lizarazu & Ozcáriz.