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La Casa de Cultura de Larraga

27 abril, 2017 por La Voz de la Merindad Deja un comentario

En los últimos años, el ayuntamiento de Larraga ha llevado a cabo varios proyectos que han renovado o puesto en uso numerosos servicios. En el ámbito de ocio y tiempo libre, tras una larga lista de inversiones en deporte, le ha llegado el turno a la cultura. Hasta el momento, todas las construcciones han sido de nueva plata y desde la pasada legislatura se han puesto los ojos en las preexistentes. Ya que no tiene ningún sentido levantar edificios nuevos mientras se nos caen aquellos que aportan cultura, identidad y una trayectoria histórica. En la pasada legislatura, el ayuntamiento de Larraga comenzó la casa de cultura y lo hizo estudiando dos inmuebles: casa Larraya y el antiguo hospital. Al final optó por el segundo y acometió la primera fase de restauración.

Pasando de legislatura, recientemente hemos conocido que la Iglesia ha donado el cine parroquial al ayuntamiento y que éste lo va a rehabilitar como centro cultural. En un principio se podría pensar que con ello se van a rehabilitar dos centros diferentes para un mismo uso. Sin embargo, en la práctica, el cine se compone de un salón de actos y apenas cuenta con espacios para el resto de actividades. Mientras que al antiguo hospital le ocurre lo contrario: cuenta con numerosos espacios pero con dificultades técnicas para habilitar un salón de actos de grandes dimensiones. Por ello, a la larga, ambos centros se complementarán. No obstante, la historia no se termina aquí ya que la biblioteca tiene que entrar en el nuevo centro cultural y en los espacios que se dispone hoy en día se antoja muy complicado (accesibilidad a ras de calle, iluminación, etc.).

Al margen del cine parroquial, recientemente hemos conocido otra noticia que de manera indirecta también afectará a los espacios culturales. Y me refiero a la apertura del centro de día de la tercera edad. Una vez que esto suceda se trasladará el club de jubilados de su ubicación actual, en las antiguas escuelas, al centro de día. Las antiguas escuelas se construyeron a mediados del siglo pasado y se encuentran junto al centro de salud. Para facilitar el estacionamiento de vehículos, una vez que el club de jubilados desaloje las antiguas escuelas, el ayuntamiento tiene previsto derribarlas. Desde estas líneas quiero llamar la atención sobre ello. Primero porque con ello se perderá uno de los mejores ejemplos arquitectónicos del siglo XX del ámbito local, tras el derribo del matadero, el Silo o la bodega San Isidro. Si esto sucede, a largo plazo únicamente contaremos con el cine parroquial y eso, siempre y cuando se respete la decoración original. Ya que uno de los valores más importantes del edificio radica en la ambientación que nos retrotrae a los teatros del siglo XIX, entre el telón, las lámparas, el mobiliario y la envoltura en tela roja de las paredes. Espero que el ayuntamiento sepa apreciarlo y que en la rehabilitación se renueven aquellos materiales que lo requieran desde la imitación a los originales. Al margen del cine, en el ámbito privado quedará la bodega San Francisco Javier.

Esta afición a la piqueta no es nueva y siguiendo una trayectoria histórica se suma al derribo del castillo, las ermitas y por poco, casi del antiguo hospital. Todos ellos son el reflejo de un momento y con la pérdida hemos borrado una parte de la riqueza cultural de la localidad. Las antiguas escuelas de Larraga no son una excepción y por ello se deben conservar. Nadie duda de que el matadero o el Silo se debían derribar porque eran muy difíciles de reutilizar. Y si me apuran, el horno cooperativo. Pero el caso de las escuelas es diferente ya que se pueden reutilizar perfectamente como biblioteca, tal y como hizo Mendigorría. En este caso, al interés arquitectónico se suma la perfecta conservación, ubicación, distribución y la escasa inversión que se debe hacer para volverlo a poner en uso. Y si el ayuntamiento quiere hacer un aparcamiento, siempre puede hacerlo en el solar de las antiguas casas de maestros.

Igor Cacho Ugalde
Licenciado en Historia

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Sobre el nombre de Valdizarbe en el nuevo mapa local / Igor Cacho

29 diciembre, 2016 por La Voz de la Merindad Deja un comentario

Valdizarbe

Valdizarbe

En los últimos días hemos conocido la propuesta del gobierno de sustituir las sesenta y cinco mancomunidades actuales por trece comarcas. Una propuesta de la que se ha destacado su carácter abierto y en la que se incluye Valdizarbe como una de las trece comarcas. En la actualidad, Valdizarbe, en forma de mancomunidad, es una entidad que está constituida por trece localidades que pertenecen a Valdizarbe, la Novenera, Val de Mañeru y Guesálaz. Atendiendo a los datos de población, cada subcomarca representa el treinta y cinco, el cincuenta y cinco, el ocho y menos del uno por ciento respectivamente. Si atendemos a la razón de ser de la mancomunidad podemos ver que su nombre no se corresponde con la realidad de las localidades que la integran. Por ello, la reforma del gobierno también debería contemplar el ajuste a la realidad o la denominación con un nombre nuevo que representara a la mayoría de los integrantes.

El nombre de Valdizarbe hace referencia a una comarca que desde la Edad Media estuvo integrada por Puente la Reina, Obanos, Guirguillano, Echarren o Artazu, entre otros. En paralelo a ello, Larraga, Berbinzana, Artajona, Mendigorría y Miranda de Arga constituyeron un territorio que no sólo formó una comarca como Valdizarbe sino que hasta llegó a tener un fuero propio, el Fuero de la Novenera, una de las siete familias de fueros locales anteriores al Fuero General. Hace unas décadas, Valdizarbe se constituyó en una mancomunidad y Larraga, Artajona y Mendigorría hicieron lo propio con la mancomunidad de la Santa Cruz. Hasta que éstos últimos, junto con otros de la Novenera, se incorporaron a la de Valdizarbe. El giro de estas localidades, vinculadas históricamente a la merindad de Olite (actual Mairaga), se debió en parte al hecho de que Larraga y Artajona, que habían protagonizado sus primeras traídas de aguas en 1918, habían comprado en la segunda República los derechos del manantial de Riezu para el abastecimiento de agua. Algo importantísimo. Y dicho manantial estaba en la proximidad a la mancomunidad de Valdizarbe.

Actualmente, la mancomunidad de Valdizarbe da servicio a todos ellos y cuenta con una sólida estructura. Sin embargo, desde el punto de vista geográfico, histórico y representativo, el nombre de la entidad adolece de una incorrección que está provocando una deformación. Ya que las nuevas generaciones están asociando Valdizarbe al territorio que nunca ha sido, como es el caso de la Novenera. Con la propuesta que se presenta no se pretende que el nombre represente a todos los territorios pero si a la mayoría. Una representación que también se ve reflejada en la división territorial del POT. Por ello, desde estas líneas se propone a la mancomunidad, el gobierno o a los ayuntamientos que conforman la entidad, que aprovechen esta oportunidad para ajustar el nombre del territorio en cuestión a la realidad actual. Las soluciones pueden ir en dos direcciones. Si el nombre va a tener un carácter geográfico, la denominación deberá incluir el nombre Novenera, pasándose a llamar comarca de Valdizarbe-Novenera. Con ello, se pasará de representar al treinta y cinco por ciento actual de los vecinos al noventa por ciento nuevo. Y si se va a prescindir del carácter geográfico, el nombre nuevo deberá ser neutral.

Igor Cacho Ugalde (Larraga)
Licenciado en Historia

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