¡Hay que joderse, Julián!. Quién me iba a decir que nuestro encuentro, de hace unos pocos días, en el Rafael, iba a ser el último. Hacía días que no nos veíamos; me dijiste que habías estado un poco fastidiado, pero volvías a la carga. Para mí fue una alegría saludarte y hablar un poco contigo y con Mari Carmen, como siempre que coincidíamos.
Hay veces que te dicen que alguien conocido ha desaparecido, y te duele de verdad. Eso me ha pasado contigo, Julián. Hace muchos años que nos conocíamos y siempre hemos mantenido una buena relación de amistad y complicidad.
Para mí, has sido uno de esos personajes que siempre tiene que haber en un pueblo y son de admirar. Buena parte de clubes, asociaciones y entidades tafallesas están hoy en marcha por tu implicación y empuje. Ahí están Radio Tafalla, , El Cierzo, el Club Ciclista Tafallés, las Jornadas del Folklore Navarro, Merindad o la Orden del Cuto Divino, por citar algunos de ellos y como bien leyó tu hermano Javier en su carta de despedida.
Corresponsal de prensa y escritor costumbrista de temas tafalleses, has sido un ejemplo y maestro para un buen número de plumillas locales que hemos venido detrás. Eras esa enciclopedia viviente, de la que siempre echábamos mano cuando nos faltaba algún dato para completar nuestro artículo o colaboración.
Hemos coincidido, arrimando el hombro, en varios sitios, pero donde más tiempo compartimos, fue en el Patronato de Cultura. Ahí nos tocó estar varias “legislaturas”, con políticos municipales de todos los pelajes y condiciones. Siempre recuerdo cuando llegabas a la Kultur Etxea resoplando, y acordándote de ese maldito puertico de tercera, que es la Cuesta del Colaino. En más de una ocasión dijiste que ibas a pedir al Ayuntamiento que colocaran un banco, a mitad de cuesta, para descansar un poco y hacer la subida más liviana. Al final, no sé si lo pediste o no, pero el caso es que el banco sí que está puesto para que, los que, como tú, llegan arriba resoplando, puedan sentarse un poco y recuperar fuerzas.
Cuando salía de tu despedida en Santa María, recordaba con otro Julián, amigo común, Juper, buen número de andanzas y aventuras compartidas en muchos años de vivencias. Un libro, bien interesante, se podía escribir con todas ellas.
El cuarteto, en las rondas de los viernes, se ha quedado cojo, pero seguro que Mari Carmen, Ángel y Mari Jose, seguirán compartiendo contigo, aunque sea en el recuerdo, esos buenos raticos.
Agur Julián. Será difícil olvidarte.
Javier Zubiri