
Parada en Ainsa
El tafallés Oier Araiz participó el pasado 1 de mayo en la X edición de la llamada Ruta de los Penitentes, incluida en el calendario oficial de la Federación Internacional de Motociclismo. Una aventura que cada año atrae a más participantes.
Esta ha sido su primera experiencia en una prueba de estas características, a la que se apuntó tan pronto como tuvo conocimiento de su existencia. No duda en calificar de “muy dura hasta el punto que en algún momento me llegué a planteear el abandono”, explica satisfecho de haber optado por lo contrario. Para esta edición había 628 personas inscritas y aunque mayormente corrieron con máquinas de grandes cilindradas, también hubo quienes se animaron a hacerlo con vespas. Oier Araiz participó con el dorsal nº 205, se subió a la moto a las 04:30 de la madrugada para recorrer 750 km, atravesando casi 30 puertos de montaña, y se bajó de la máquina a las o8:00. Para Araiz ha sido una experiencia increible “que sin duda repetiré y doy las gracias infinitas al colega francés Benjamin Deudon porque sin él y sin su roadbook no hubiera llegado a buen puerto”.

Recogida de dorsales y dilpomas. Araiz, a la derecha.
La Ruta de los Penitentes, según explican en la página oficial, “es una actividad no competitiva de carácter turístico, con componentes de orientación y resistencia. Su objetivo es la realización completa de un recorrido propuesto denominado “penitencia” sin utilizar atajos y orientandose exclusivamente mediante un roadbook. El itinerario consta de entre 800 y 1000 kilómetros y dependiendo de los años entre 15 y 30 puertos de montaña de diversos tipos, realizados principalmente por carreteras muy técnicas y estrechas e incluso sobre tramos de pista forestal. El itinerario varía en cada edición y se mantiene en secreto hasta la salida de la prueba. Dentro del mismo se realizan varios avituallamientos”.
En la información señalan que el recorrido atraviesa bellos parajes de la cordillera pirenaica del lado español y francés “e incluye frecuentemente lugares y carreteras que no aparecen en mapas y dispositivos gps., por lo que resulta una dura prueba para pilotos y máquinas que en ocasiones provoca abandonos, averías y pequeños extravíos”.