La pelota, ese deporte universal y tradicional en este país, ha sido -como otros- un juego esencialmente masculino. Los frontones abiertos de los pueblos y los atrios de las iglesias han jugado un papel determinante para fomentar la afición además de ser punto de encuentro y lugar de esparcimiento de toda la chavalería.
De padre valdorbés y madre tafallesa, Uxue utilizó desde mueta el de Iratxeta, donde pasaba las horas dándole a la pelota con la pala de goma. Su familia, pelotazale, no se sorprendía porque “ha sido muy movida desde que nació; anduvo con 9 meses, la bicicleta la dominaba con dos años y con siete me ganó 30-27”, explica su madre. Ante la carencia de una Escuela Femenina de Pelota, con 8 años su familia la apuntó a tenis y hubo momentos en que jugaba ocho horas, combinándolo con la pelota a tiempos iguales. Pero el tenis no le convencía “porque es más individual y en la pelota hay ambiente de equipo y de camaradería”, afirma con seguridad. En 2007, practicando lo que más le gusta en el trinkete de Mendillorri, su barrio, donde fue al modelo D de la escuela pública y donde continúa sus estudios en el Instituto Pedro de Ursúa, la captó Maite Ruiz de Larramendi, destacada deportista navarra en pala, jugadora de la selección española, miembro del comité internacional y seleccionadora de frontón en la categorías juvenil y sub22, además de campeona del mundo de trinkete.
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