Que yo sepa, nadie ha hecho un estudio sobre las aportaciones científicas para el campo del libro de este capellán, aunque abundan los sesudos eruditos que analizan el lenguaje y otros aspectos sin interés para el hortelano.
Estaría bien resaltar lo válido entre tanta paja y descartar los errores y las supersticiones. El autor se dedicó hasta su muerte a corregir y retirar partes en las siguientes ediciones, pero tuvo que ser para él muy frustrante ser testigo del empeoramiento rural que sucedió en años sucesivos.
El problema no era solo de malas técnicas agrícolas, sino de las rentas, los tributos, la acaparación de tierras por parte de los señores y la Iglesia y consecuentemente, las pésimas condiciones de vida del campesinado. Eso no se solucionaba con un libro tan ilegible y pesado, sino con una reforma agraria o una revolución.
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