Un grupo de alumnos de los programas formativos PCA de la Fundación Ilundain – Haritz Berri han pintado una serie de juegos tradicionales en el Colegio Público Río Arga de Berbinzana.
Cada vez son más las corrientes educativas que defienden el juego como mecanismo didáctico con el mismo nivel de relevancia que materias más clásicas. Al margen de amplios debates pedagógicos, parece claro que el juego es un mecanismo fundamental para el desarrollo psicomotriz de los niños y niñas. Y es necesario potenciarlo también como elemento de interacción social, a pesar de que las pantallas cada vez van comiéndole más terreno a elementos clásicos como las peonzas o las canicas.
Para paliar estas carencias lúdicas entre nuestros txikis, cuatro alumnos de la Fundación Ilundain – Haritz Berri han acudido al colegio de Berbinzana durante varios días para pintar en una parte de su patio un conjunto de juegos tradicionales, con el objetivo de fomentar el juego y la interacción entre diferentes grupos de alumnos y alumnas.
La idea surge en el seno del programa Skolae, que el Colegio Público Río Arga de Berbinzana aplicó ya en el curso 2019 – 2019. En dicho programa existe un espacio para los “patios inclusivos”, que persigue convertir el recreo en un momento en el que el proceso educativo siga su curso, a través de la interacción grupal y de la interacción entre los y las escolares.

En un diagnóstico llevado a cabo por el centro, se pudo observar que uno de los principales elementos a potenciar era precisamente el momento del recreo, ya que un número considerable de chicos y chicas no sabían jugar de forma interactiva con otros compañeros y compañeras. Se vio claramente, además, que cuando el alumnado se reunía para jugar a algo era casi siempre a fútbol, dándose la circunstancia de que quienes no se sentían atraídos por este juego se quedaban como meros espectadores y no participaban de la actividad.
Desde la dirección del centro se trasladó esta situación al consejo escolar, cuyo portavoz era entonces el ahora alcalde Ángel Díez. Se planteó la posibilidad de llevar a cabo una intervención en un espacio del patio para fomentar el juego inclusivo a través de diferentes juegos tradicionales pintados en el suelo. La idea fue acogida con entusiasmo.
Además, sabían que la institución educativa Fundación Ilundain – Haritz Berri había llevado proyectos de este tipo, por lo que se pusieron en contacto con Laura Guembe, una de las docentes del centro iruindarra y natural de Berbinzana. No tardaron mucho en aceptar formar parte de la iniciativa, pero la dichosa pandemia dio al traste con sus planes. Ahora, no obstante, no ha habido virus capaz de pararla. Durante este mes de mayo el color ha inundado el patio del colegio charrín.
Educación a través de proyectos
Cuando se confirmó la posibilidad de llevar a cabo la intervención, el alumnado de la Fundación Ilundain – Haritz Berri se puso manos a la obra. Fueron los integrantes del Programa de Currículum Adaptado (que está conformado por estudiantes que no alcanzan los objetivos mínimos de la Educación Secundaria Obligatoria, para que a través de contenidos adaptados puedan continuar su proceso formativo) quienes se hicieron cargo del proyecto.
Primero, grabaron un vídeo para mostrar su conformidad con la propuesta planteada por el colegio de Berbinzana, y a continuación elaboraron una lista con los materiales necesarios y un presupuesto. Tuvieron en cuenta todos los aspectos de un trabajo de estas características. Es lo que se conoce como “educación a través de proyectos”, una forma integradora y dinámica de formar al alumnado tanto en materias educativas como en experiencias laborales, y también vitales.
Comenzaron a trabajar en la actividad el 10 de mayo, y acudieron al colegio Río Arga el pasado martes 18 para comenzar a pintar. Los juegos que han plasmado sobre el suelo del patio son juegos tradicionales de recreo. De los de toda la vida. De esos que no requieren pantallas ni auriculares. Marisa Prieto, directora del Colegio Público Río Arga, nos explica que “cuando se salga de la situación en la que estamos, en la que tenemos que separar a los niños y niñas en grupos burbuja, puedan jugar de forma cooperativa e interactuar entre los diferentes grupos”.

Una experiencia positiva
Para los cuatro alumnos de entre 15 y 16 años de la Fundación Ilundain – Haritz Berri encargados de llevar a cabo el proyecto, este tipo de actividades son especialmente provechosas. Laura Guembe comenta que “les permite vivir experiencias de éxito, vivencias fuera de sus espacios habituales, la posibilidad de interactuar con niños y niñas de otros colegios, y diseñar y ejecutar trabajos reales con el reconocimiento implícito que esto conlleva”. Les sirve, en definitiva, para romper con esa dinámica de fracaso escolar en la que muchas veces son introducidos por quienes no saben apreciar sus capacidades. De ahí que su motivación en este tipo de proyectos sea máxima.
Por su parte, Marisa Prieto asegura que también los escolares del colegio de Berbinzana están viviendo una experiencia muy positiva, ya que los alumnos de la Fundación Ilundain – Haritz Berri se involucraron desde el primer momento con la realidad del centro, accediendo a las aulas y participando de la vida en el colegio. Además, no dejan de interactuar con los niños y niñas que los rodean, todos ellos de los ciclos de Educación Infantil.
Lo pudimos ver en nuestra visita. “Nuestro alumnado conoce a chicos y chicas de otros centros que se trasladan al nuestro para mejorar nuestro espacio y para poner en valor sus actividades”, comenta Marisa Prieto. Tantas buenas migas han hecho, este 1 de junio el alumnado de Berbinzana acudirá a la Fundación Ilundain – Haritz Berri para realizar talleres y conocer mejor los espacios en los que aprenden y trabajan los compañeros que han tenido durante todos estos días.
Escuela rural: semilla de futuro
Del mismo modo, la directora del colegio Río Arga pone en valor este tipo de programas en la medida que dan visibilidad a la siempre infravalorada escuela rural que, a pesar de lo que algunas instituciones expresan, rebosan vida y son semilla de futuro.
“Desde el Gobierno de Navarra siempre se nos dedican palabras bonitas, pero a la hora de la verdad somos el segundo plato. Con todo, aquí no nos podemos quejar, ya que en los últimos presupuestos de Navarra se aprobó una partida presupuestaria de 35.000 para construir una cubierta en una parte del patio del colegio. Con el objetivo de que, a pesar del mal tiempo, los niños y niñas puedan salir a la calle y no quedarse dentro del centro, algo que veníamos demandando desde hace muchos años.
Hay que destacar que en colegios como el nuestro educamos a más de medio centenar de niños y niñas, que son el presente y el futuro del medio rural. Nuestra función va mucho más allá de lo meramente educativo, y así se debe valorar”, reflexiona Marisa Prieto.
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