He subido al huerto para revisar los brotes de las semillas que planté y comprobar que no han crecido nada. Es como la esperanza vana de quien otea la carretera para ver si llega antes el autobús.
Mientras chasqueo la lengua y cierro la tapa del semillero, una furgoneta blanca sube la cuesta a toda prisa. Sale una mujer y reparte las cartas en tiempo récord. Por la puerta abierta, se escapa un disco de rock que es el único sonido del barrio.
administrator2021-08-26T12:38:54+00:00
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