Maneja las cuerdas con destreza y la ropa se mueve como las marionetas de un puesto callejero. Tengo un teatro recién lavado sobre la cabeza.
Sigo los pasos de sus manos lentas y pecosas: asegura cada toalla con una pinza de madera y vigila que todas las prendas estén bien estiradas. La estampita dorada se le balancea cuando se inclina sobre las cuerdas y le roba luz al mediodía.
administrator2021-08-26T12:38:54+00:00
CONTENIDO EXCLUSIVO PARA SUSCRIPTORES
Debes acceder para ver este contenido, por favor, accede o suscribete.
¿Aún no eres miembro? Únete a nosotros
Deja tu comentario