“El verano era ya como tu casa, dentro sabes que están todas las cosas”. Pienso en estos versos de Rilke mientras admito, por fin, que no queda ni un rescoldo de estío. Culpables: guantes, abrigo, gorro. En estos meses acechan en cada esquina los catarros y algún villancico a destiempo.

Mientras, busco el sol, cuando lo que quiero encontrar es un verano que no vuelve. Hago las maletas y regreso a la costa. Mentira. Hago un té y el contacto con la taza caliente me devuelve al agua de una playa tibia en agosto.

Hay que bajar una cuesta tremenda para llegar a la cala. Un par de familias, un grupo de amigas. Todo el mundo se mira con complicidad: saben que este rincón de arena es un secreto bien guardado. La marea está muy alta y cubre buena parte del imponente arco que se erige a un par de kilómetros mar adentro y que parece una catedral de roca y sal.

2021-08-26T12:38:54+00:00

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Por |2021-11-16T12:53:23+00:0016/11/2021|Colaboraciones | Kolaborazioak, Miope|Sin comentarios

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