Por Rosa Barásoain

Javier, sin diminutivos, aunque fueras más joven como recién hecho, tímido.

Y sin embargo, navegando por delante sencillamente, con tanto entusiasmo, como riendo, siempre, como si nada.

Y sin embargo, de cuántos esfuerzos supimos por aprender, por cuidar de los demás, despejando caminos que nos alejaran de tanta deshumanidad.

Buscabas, te entregabas en algo más directo, todavía futuro, de corazón a corazón, a pie casi desnudo.

Sin corbata ni boatos, lo más un pañuelo, rojo.

De fiesta.