Cuántas veces, al despedir a nuestra gente del fútbol, recordamos sus goles, sus paradas y aquellos partidos que dejaron honda huella y entrañable recuerdo. Javier, sin marcar goles históricos, estará también entre los mejores.
Nacido en Tafalla el 15 de octubre de 1953, Javier Esquíroz comenzó a estirarse en el arco de la portería de los Escolapios. Su vida profesional le llevó a conocer el mundo de la carpintería y ebanistería como excelente profesional hasta su jubilación en la empresa Itama.
Su llegada al fútbol fue con la Peña Sport mientras defendía la portería de su cuadrilla del barrio de San Francisco y Casas Baratas. A su apodo inicial de Pancho añadimos el de Gato, dada su agilidad y valentía.
l Trofeo Cidacos y las Eras serían su consagración como estupendo guardameta; todos quisimos incorporarlo a nuestros colores, pero fiel a su compromiso de amigos, vistió los guantes del Lagunak que pasaría a llamarse Porrón, equipo repleto de estupendos jugadores forjados en el Atlético Tafallés.
Acompañando a sus hijos en las categorías infantiles, de manera cercana y amistosa nos encontramos en la Peña Sport cuando se sumó en los 90 a la directiva de Alberto Palacios.
Años más tarde, con el nuevo milenio, coincidimos en un mismo proyecto y en el mandato que nos tocó coordinar con los azules.
Mis recuerdos, y los de todos aquellos entusiastas, nos llevan a encontrarnos en mil batallas.
Si las obras y mejoras en las instalaciones nos convocaban semanalmente sin previo aviso, no lo serían menos su dedicación y mimo al cuidado del material deportivo, indumentaria, equipaje de todos los equipos y su gran debilidad, el perfecto cuidado, junto a sus inseparables, del hermosísimo terreno de juego haciendo del San Francisco uno de los mejores feudos.
Unido a Lourdes, ya eran dos en aquel engranaje peñista, en aquella familia que con la mayor dedicación y unidos por los colores azules fueron pasando años cubriendo los huecos que unos y otros fuimos dejando.
Por la presidencia llegaron y marcharon Jesús Beorlegui, Rafa Del Amo, Juan Antonio Cabrero y ahora Uxúa Zabalza. Los años y los puestos, como los de técnicos y jugadores fueron pasando pero Javier siempre estuvo ahí, bien cerca. Sus queridos hijos Arkaitz e Igor, confirmaban que el sufrimiento por la enfermedad se veía acentuado por su ausencia en la Peña, su otra casa.
Querido Javier, siempre en nuestro mejor recuerdo. Javier maitea gure oroitzapenik onenak zuretzako.
Milesker, Lourdes, Arkaitz e Igor.
Por: Tus muchos amigos y, en su nombre, José Luis Lizarbe.
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