Alfonso Muro, profesor de saxofón en la Escuela de Música de Tafalla, cuelga las partituras
Por: Endika Iriso
Quien haya tenido la suerte de dar clase con Alfonso seguramente lo recordará como yo: siempre silbando, alegre, cariñoso, entregado al alumnado… pero con una mala hostia que cuando la sacaba, temblaban las paredes. Sin embargo, armado de infinita paciencia, su dedicatoria absoluta a la docencia musical ha formado a decenas y decenas de personas durante una trayectoria profesional que concluye este diciembre.
Su gran amor, con permiso de Rosa, ha sido el más sensual de los instrumentos de viento-madera: el saxofón. Peso pesado de la Escuela de Música, durante 43 años ha ejercido de profe de saxo, lenguaje musical, director de banda txiki, orquesta, director del centro y jefe de estudios.
¿Cómo te introdujiste en este mundo?
A los 6 años comencé a estudiar en a academia que impartía el director de la banda Antonio Feijóo. Allí íbamos una quincena de chavales y estudiábamos solfeo e instrumento. Yo quería aprender clarinete, pero como no me llegaban los dedos me pusieron el requinto, con el que anduve hasta los 18 años más o menos, que me pasé al saxofón.
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