Es la madrugada del jueves 24 de febrero. En nuestra franja horaria, todos duermen. Todos salvo quienes trabajamos por la noche. A mi alrededor todo es normal. Un operario en formación mira, curioso, todo lo que hay en su entorno. Como su máquina está parada, coge la escoba y barre.
Lo hace con energía e interés: está claro que es su primer día. El Jefe de Relevo se le acerca y se interesa por él. El joven sonríe y asiente con la cabeza. Está preparado, o eso cree.
El sonido de mi máquina reclama mi atención, como si supiera que estoy a otras cosas. A pocos metros suenan taladros hidráulicos, piedras que arañan el hierro. Otro operario comprueba con su linterna que un bloque de 6 cilindros esté correctamente acabado.
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